Las soluciones de vivienda permanente pueden ayudar a los solicitantes de asilo y aliviar los problemas de vivienda de Nueva York
Los caminos para acceder a una vivienda para los solicitantes de asilo son escasos y confusos. Aumentar la oferta de vivienda y crear oportunidades de alojamiento para los solicitantes de asilo puede beneficiar a todos los neoyorquinos, y además permitiría ahorrar dinero a los contribuyentes.
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El césped congelado crujía bajo mis pies un domingo de febrero, durante mi primera visita al Floyd Bennett Field. Con cada suspiro podía ver mi aliento, recordándome que la temperatura afuera era de 4 grados. El césped estaba casi muerto, y los edificios de ladrillo y color beige que lo rodeaban parecían estériles, militarizados y desolados. En las afueras de Brooklyn, largas hileras de rejas de alambre me separaban de varias carpas grandes y blancas, detrás de las cuales se paseaban agentes de policía. Aunque han pasado dos estaciones desde entonces, no mucho ha cambiado.
Ese invierno, empecé a trabajar como voluntaria en este antiguo aeropuerto con un grupo de ayuda mutua del vecindario cercano de Bay Ridge. Y, como investigadora de políticas públicas que trabajaba en soluciones a los problemas de vivienda permanente a los que se enfrentan los solicitantes de asilo, quise hablar directamente con los que residían en este albergue temporal.
PIE DE FOTO: EL ALBERGUE PARA INMIGRANTES DE FLOYD BENNETT FIELD, SITUADO EN UN ANTIGUO AEROPUERTO, ESTÁ RODEADO DE REJAS. FOTO DE RUDRANI GHOSH.
Fatimah tenía 27 días para encontrar ropa de invierno, calzado cerrado y una maleta para sus objetos personales antes de tener que abandonar el albergue de inmigrantes de Floyd Bennett Field y convertirse en desplazada, una vez más.
Escuche una voz: “S’il vous plaît, pouvez-vous m’aider?” Por favor, ¿puede usted ayudarme? Fatimah1 estaba de pie frente a mí, vestida con una camiseta roja, unos jeans desgastados y unas chanclas. Señalándose a sí misma, continuó: «Llegué hace tres días. Esto es todo lo que tengo».
Fatimah tenía veintisiete días para encontrar ropa de invierno, calzado cerrado y una maleta para sus pertenencias antes de tener que abandonar el albergue de inmigrantes de Floyd Bennett Field y convertirse en desplazada, una vez más.
Originaria de Guinea, en África Occidental, Fatimah es una de los más de 205.000 nuevos solicitantes de asilo que han llegado a la ciudad de Nueva York desde 20222. Pero sus experiencias de impermanencia y desplazamiento en la ciudad no son una anomalía. Más de 140.000 solicitantes de asilo ya no están en los albergues administrados por la ciudad, después de que el ayuntamiento comenzara a emitir avisos de desalojo en octubre del 2023. Estos avisos excluyen a los solicitantes de asilo de la política de «derecho a albergue» de la ciudad, que garantiza alojamiento a todos los neoyorquinos sin hogar hasta que encuentren una vivienda permanente.
Normalmente, las familias con hijos adultos de 18 a 23 años reciben avisos de desalojo de 60 días, y los adultos solteros reciben avisos de 30 días. Según las nuevas normas de la ciudad, no todos los adultos solteros y familias con hijos adultos cumplen los requisitos para el reingreso. Tienen que tener una discapacidad o una «circunstancia especial» para poder optar a ello, y esta circunstancia puede ser desde una condición médica severa hasta tener que demostrar que el individuo está haciendo esfuerzos «significativos» para encontrar alguna alternativa de alojamiento. La elegibilidad se determina según cada caso.
A las familias con hijos menores de 18 años se les concede el reingreso, pero pueden ser asignadas a otro albergue. Hasta la fecha, más del 78% de los solicitantes de asilo en los albergues son familias con menores, y casi uno de cada cinco niños que residen en albergues temporales ha debido interrumpir debido a la política de desalojo —esto significa que cerca de 678 niños ya no están matriculados en una escuela pública de la ciudad de Nueva York, y 302 niños han sido trasladados a otra escuela. Para los menores que ya están lidiando con los efectos del desplazamiento forzado, y a menudo actúan como traductores y mediadores de sus padres, la inestabilidad en los albergues temporales es aún más aislante y traumáticas.
PIE DE FOTO: ARIANA* ES UNA DE LOS CASI 5.700 NIÑOS QUE VIVEN EN ALBERGUES TEMPORALES PARA INMIGRANTES. FOTO DE RUDRANI GHOSH.
El proceso de reingreso en los albergues es confuso y arduo, a menudo con largos periodos de espera entre las asignaciones y sin garantías de reingreso. En un periodo de dos semanas en mayo, se negó el reingreso a casi la mitad de los solicitantes de asilo debido al proceso de selección. Estos retos están relacionados con un problema sistémico más amplio que debe ser abordado con más urgencia cada mes que pasa: El camino de la ciudad de Nueva York para acceder a una vivienda permanente, asequible y digna para los solicitantes de asilo es sumamente limitado. Dicho de otro modo, la ciudad no ha proporcionado a la gran mayoría de las 140.000 personas que fueron desalojadas del albergue una alternativa de vivienda estable.
Durante mi tiempo en Next100, exploraré soluciones en política pública innovadoras y rentables para los problemas de vivienda que enfrentan los solicitantes de asilo, soluciones que puedan incrementar el suministro de viviendas, proveer viviendas asequibles a todos y proporcionar a los solicitantes de asilo con una vida digna en la ciudad.
Los caminos para acceder a una vivienda permanente son inaccesibles y a menudo poco prácticos.
La ciudad de Nueva York enfrenta una crisis de la vivienda, y el suministro o el pastel inmobiliario se ha reducido. En 2023, la tasa de viviendas de alquiler disponibles en la ciudad se redujo al 1,4%, con menos del 1% de la disponibilidad para apartamentos que cuestan $1.650 o menos al mes. Ofrecer más viviendas permanentes y asequibles y codificar el acceso de los solicitantes de asilo a las mismas son las mejores soluciones para abordar no sólo las necesidades de los solicitantes de asilo, sino también la inestabilidad inmobiliaria en la ciudad en general. Aumentar el suministro de viviendas beneficiará a todos los neoyorquinos al incrementar las opciones de alojamiento para los beneficiarios de subsidios, reduciendo el tiempo que las personas sin hogar tienen que esperar para que se les asigne una vivienda permanente y disminuyendo los costos de alquiler en el mercado inmobiliario en general. En otras palabras, necesitamos un pastel más grande y que todos podamos compartirlo.
Aumentar el suministro de vivienda beneficiará a todos los neoyorquinos al incrementar las opciones de alojamiento para los beneficiarios de subsidios, reduciendo el tiempo que las personas sin hogar tienen que esperar para que se les asigne una vivienda permanente y disminuyendo los costos de alquiler en el mercado inmobiliario en general.
La necesidad de una solución de vivienda permanente para los solicitantes de asilo es apremiante: las condiciones sistémicas a las que se enfrentan en Nueva York son inhumanas. En lugar de la seguridad y estabilidad que buscaban, los solicitantes de asilo se han visto obligados a dormir a la intemperie, en estaciones de metro, en vehículos y en lugares de culto abarrotados. Aproximadamente en la misma época en que conocí a Fatimah este febrero, setenta solicitantes de asilo residían en el sótano de una tienda de Queens, hacinados en cuarenta camas, tras verse obligados a abandonar su albergue en pleno invierno.
Y ahora, la ciudad está experimentando un verano anormalmente caluroso. Dado que más del 65% de los solicitantes de asilo ya no están en los albergues de la ciudad, ni disponen de aire acondicionado ni de un descanso del calor, la ciudad debe una vez más lidiar con cómo proteger a los solicitantes de asilo de un clima inseguro e inclemente.
Los solicitantes de asilo también se enfrentan a barreras para acceder a una vivienda que no tienen los neoyorquinos residentes en el país. Si obtienen el estatus de «Residente permanente bajo el amparo de la ley» (PRUCOL, por sus siglas en inglés), pueden aplicar a programas de subsidio para vivienda y alquiler. Sin embargo, el proceso para obtener el estatus PRUCOL es largo y complejo, y requiere que los solicitantes de asilo demuestren que el gobierno sabe de su residencia en el país y que no corren riesgo inminente de deportación. Para obtener el estatus PRUCOL, deben conseguir asistencia legal, completar una solicitud de asilo, obtener un aviso de recibo de USCIS y aplicar para PRUCOL.
Aunque PRUCOL técnicamente permite a los solicitantes de asilo ser elegibles para NYCHA, Sección 8, o subsidios de vivienda CityFHEPS, existen varias barreras: a) no todos los solicitantes de asilo han enviado su solicitud de asilo, se han reunido con un abogado, o califican para el asilo; b) no todos los solicitantes de asilo son elegibles para PRUCOL; y c) hay períodos de espera de varios años a través de estos caminos para acceder a una vivienda, incluso si los solicitantes de asilo obtienen el estatus PRUCOL. Es importante señalar que los solicitantes de asilo tramitan estas solicitudes mientras residen en un albergue y, con las normas actuales, las numerosas interrupciones de su estadía hacen que sea difícil conseguir citas, guardar papeles y recibir documentos importantes.
Sin un camino directo hacia una vivienda permanente, los solicitantes de asilo son susceptibles a inestabilidad e indigencia constantes.
La mayoría de los solicitantes de asilo siguen sin ser elegibles para trabajar de forma legal debido al largo proceso para obtener un permiso de trabajo. Por lo tanto, no pueden conseguir un trabajo que pague lo suficiente como para pagar el alquiler, ya sea en una vivienda asequible o en una con precio de mercado. Además, con frecuencia no pueden optar a viviendas asequibles financiadas por el gobierno federal debido a los requisitos de documentación. Sin un camino directo hacia una vivienda permanente, los solicitantes de asilo son vulnerables a la constante inestabilidad y la indigencia.
Al obligarles a estar en continuo desplazamiento, la falta de estabilidad en el proceso de búsqueda de vivienda agrava los traumas con los que muchos solicitantes de asilo ya están lidiando. La mayoría de los solicitantes de asilo recién llegados proceden de Centroamérica y Sudamérica, el Caribe, África Occidental y China. Muchos huyen de la persecución violenta, la guerra y la violencia de las pandillas que a menudo ha sido causada o exacerbada por la intervención de Estados Unidos en su país natal. Para llegar a Estados Unidos, los solicitantes de asilo se han embarcado en tortuosos viajes, caminando durante semanas por el Tapón del Darién, arriesgándose a morir en el trayecto. Y muchos han vivido estas experiencias mientras luchaban por proteger a sus hijos y familiares, y temiendo ser detenidos o deportados.
Con el paso del tiempo, la caracterización mediática y política de los solicitantes de asilo recién llegados como una «crisis» ha desviado la atención de la política pública de la verdadera crisis—la escasez de vivienda.
Cuando miles de solicitantes de asilo empezaron a llegar en abril de 2022, los esfuerzos de la ciudad se centraron en atender las necesidades temporales e inmediatas de alojamiento. En un año, la ciudad había establecido albergues y obtenido fondos de asistencia de emergencia para proveer alimentos y servicios. Pero con el paso del tiempo, la caracterización mediática y política de los solicitantes de asilo recién llegados como una «crisis» ha desviado la atención de la política pública de la verdadera crisis—la escasez de vivienda.
Nuestro marco de políticas de vivienda debe pasar de «temporal» a «permanente».
El día que conocí a Fatimah, un grupo de ayuda mutua de Bay Ridge trajo 27 maletas para su distribución. La fila, torcida e interminable, serpenteaba alrededor del minivan que las guardaba por el momento. Allí conocí a Julia y a su marido, que no pudieron conseguir una maleta y dijeron que volverían a intentarlo la semana que viene, antes de tener que irse. Y conocí a Cristina y Cristina—dos amigas con el mismo nombre—que unieron sus brazos y se rieron después de que se repartiera la última maleta, aunque tendrían que dejar el albergue el día antes de San Valentín.
Julia y su marido, así como las dos Cristinas, habían recibido avisos de desalojo antes de que la ciudad actualizara sus normas. El ayuntamiento no lleva un registro de lo que les pasa a los solicitantes de asilo una vez que abandonan los albergues, por lo que es difícil para la ciudad saber si los que se vieron obligados a marcharse pueden volver a solicitar alojamiento.
Si bien la simple decencia humana debería de ser la principal razón para mejorar nuestra respuesta ante las necesidades de los solicitantes de asilo, existen muchas otras razones por las que estas políticas inclusivas de vivienda permanente beneficiarán a la ciudad.
LEYENDA DEL VÍDEO: UN PUNTO DE DISTRIBUCIÓN IMPROVISADO INSTALADO POR UN GRUPO DE AYUDA MUTUA DE BAY RIDGE FRENTE AL ALBERGUE PARA INMIGRANTES DE FLOYD BENNETT FIELD. FOTO DE RUDRANI GHOSH.
El año pasado, el ayuntamiento estimó que 25.604 unidades familiares de solicitantes de asilo estaban viviendo en albergues temporales. Si se les hubiera proporcionado alojamiento permanente mediante los subsidios del programa CityFHEPS, la ciudad habría ahorrado cerca de $3 mil millones al año.
Proporcionar una vivienda permanente a los solicitantes de asilo, podría, por ejemplo, reducir la presión sobre los recursos de toda la ciudad y mejorar drásticamente la calidad de vida de los solicitantes de asilo. Según cálculos de Win y New York Immigration Coalition (NYIC), el costo de un subsidio de vivienda del programa CityFHEPS es de $72 por noche para una familia que vive en un apartamento de dos habitaciones, en comparación con los $383 por noche en un hotel de emergencia. El año pasado, el ayuntamiento estimó que 25.604 unidades familiares de solicitantes de asilo estaban viviendo en albergues temporales. Si se les hubiera proporcionado alojamiento permanente mediante los subsidios del programa CityFHEPS, la ciudad habría ahorrado cerca de $3 mil millones al año.
Los que se oponen a las soluciones de vivienda permanente podrían alegar que las medidas a corto plazo de la ciudad son menos costosas porque están previstas para utilizarse por un breve período. Sin embargo, la indigencia no es un problema de corto plazo porque las causas de raíz, como la escasez de vivienda, las depresiones económicas y los cambios en las condiciones socioeconómicas individuales, toman años para resolverse. Según el Informe de gestión del alcalde, en el año fiscal 2023, la estadía promedio en los albergues era de más de un año, uno de los muchos indicios de que las necesidades de vivienda son todo menos temporales.
Desde el 2019 durante toda la pandemia, trabajé como trabajadora de casos con el equipo de asistencia a las personas sin hogar de San Francisco (San Francisco Homeless Outreach Team). Ayudé a las personas que experimentaban la falta de vivienda crónica a encontrar una vivienda permanente y servicios de apoyo. A diferencia de las leyes de «derecho a refugio» de la ciudad de Nueva York, los refugios de San Francisco estaban disponibles durante 30 a 60 días. Durante ese tiempo, trabajé con muchas personas que habían pasado y vuelto a pasar por el sistema de vivienda temporal durante años—a veces décadas—a la espera de una vivienda permanente. Sin una vivienda estable, muchos volvían a la calle y perdían sus pertenencias, sufrían asaltos o se aprovechaban de ellos, y a menudo eran hostigados por la policía.
Trabajando en este puesto me di cuenta de que las viviendas temporales, como los albergues y los hogares de transición, no abordan de forma sistémica el problema de no tener dónde vivir, sino que prolongan la situación de las personas sin hogar.
Proporcionar una vivienda permanente a los solicitantes de asilo beneficia a todos los neoyorquinos, tanto a los nuevos como a los viejos.
Una calurosa tarde de abril de 2006, en la India, mi madre recibió una carta que alteraría drásticamente el curso de nuestras vidas. Doce años después de su solicitud, le habían concedido una entrevista para convertirse en una residente permanente en los Estados Unidos. En uno de los veranos más calurosos de la década, mi madre se trasladó a California con mi hermano y conmigo. Sin trabajo ni seguridad económica, nos amontonamos en casa de mis tíos junto con su familia. Cuando mi madre empezó a trabajar como profesora suplente unos años más tarde, nos mudamos a nuestro primer apartamento—un techo sobre nuestras cabezas y cuatro paredes que podíamos llamar nuestras. Duró poco, porque los ingresos de mi madre como profesora sustituta apenas alcanzaban para pagar el alquiler y dos comidas al día. Así que, de nuevo, hicimos las maletas y volvimos a vivir con mi tía y mi tío.
Aun así, tuvimos mucha suerte. Teníamos el privilegio de tener papeles y contábamos con una red de apoyo familiar cuando estábamos en una situación de vivienda inestable. Pero, incluso con apoyo, era difícil navegar por los sistemas institucionales, y el miedo a perder nuestro apartamento debido a la inestabilidad financiera nos acechaba.
Los solicitantes de asilo en Nueva York no sólo tienen que afrontar los traumas de sus viajes, sino que además carecen de protecciones legales, de redes de apoyo en la sociedad y de apoyo institucional.
La vivienda es una necesidad de largo plazo—para los solicitantes de asilo y para todos los neoyorquinos—pero las soluciones de vivienda de corto plazo son inadecuadas para abordar estas necesidades. En cambio, aumentar el suministro de viviendas asequibles e incluir caminos hacia viviendas permanentes para los solicitantes de asilo puede satisfacer las necesidades de vivienda de largo plazo de todos los neoyorquinos, y puede garantizar que Fatimah, Julia, las Cristinas y todos los solicitantes de asilo por igual tengan la oportunidad de una vida segura y digna.
- Los nombres de todos los solicitantes de asilo mencionados en este artículo han sido modificados por motivos de seguridad.
- Según la Oficina del Controlador, «solicitante de asilo» se refiere a «inmigrantes recién llegados que han llegado a NYC necesitados de refugio y buscan asilo u otras formas de alivio migratorio». Este artículo utiliza la misma definición.